domingo, 8 de agosto de 2010

EL HALLAZGO


Por un estrecho valle,
de oscuras lonjas de tierra,
encontré un pajarillo herido
a la sombra de una higuera.

Su ala estaba rota,
por la fuerza de una piedra,
un verdugo la lanzó,
un verdugo de alma negra.

Lo besé con ternura,
le di aliento de hierba,
pero no pudo moverse,
pues tenía incrustada la piedra.

Me miró con llanto
y profunda tristeza,
en mi mano temblorosa,
el pajarillo dobló sus alas
y descansó su cabeza.

Le di sagrada sepultura,
pedí perdón
por el que arrojó la piedra.
Pensé en su nido vacío,
que ya no alojará avecillas
en esta primavera.

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